No se sabe a ciencia cierta el verdadero origen del Caballo Español, lo
que si es cierto que en la época prerománica ya existían referencias
ecuestres en lo que hoy se conoce como España.
Autores romanos como Plutarco, Plinio el Viejo y Séneca nos hablan del
caballo de Hispania, como un ejemplar bello, dócil, arrogante y
valiente, ideal para la guerra y para los juegos que se desarrollaban en
los circos de la época.
El Rey Felipe II ordena la cabaña caballar de su reino y pone las bases
definitivas para que el Pura Raza Española alcance su apogeo en años
venideros. Y lo hace mediante la creación de las Caballerizas Reales de
Córdoba donde agrupa los mejores sementales y yeguas de las provincias
que bordean el Guadalquivir, que por aquel entonces eran las más
prolíficas en la cría de caballos.
Nace así la Yeguada Real, que con el tiempo llegó a ser la Yeguada
Nacional. Se envían multitud de caballos al continente americano, que
influyen decisivamente en su exploración, y son el origen y la base de
la mayoría de las razas que posteriormente se criaron en América.
En Europa, España vive la edad de oro y el regalo más destacado de
nuestra monarquía española era el de sus magníficos caballos que pronto
alcanzaron gran reputación y fueron decisivos en el nacimiento de razas
centroeuropeas.
Razas como el Lipizano, Lusitano, Paso Fino o los caballos de sangre
caliente centroeuropeos se han creado a partir del caballo español.
En la actualidad la población mundial se acerca a los 170.000 ejemplares, que se crían en más de 60 países. |
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